Picadillo de Matrimonio, por Marité Valenzuela.

Mi abuelita aprovechaba todo, recogía cualquier alambrito y le encontraba utilidad, alguno de la familia decía que vivía en "economía de guerra", cuando niña trabajó mucho pues no eran ricos, ella me decía que en ese tiempo casi todos eran pobres. Una vez, siendo ya mayor, con un pedazo de alfombra que sobró de una oficina hizo muchos zapatos tejidos para nietos y amigos, soltaba los hilos de los retazos y luego tejía zapatitos ricos para estar en la casa. Durante la guerra del 48 hizo jabón con grasa y lejía para vender. Siempre consideramos el desperdicio en la familia casi como un enorme pecado, las boronitas del mantel se las damos a los pajaritos. Abuelita me enseñó a hacer pan y tortillas palmeadas y a revolver la masa con verduras sancochadas y licuadas, como yuca, ayote o camote. Una tía abuela hasta muy viejita sembró ajos en macetas y contaba y mercaba los aguacates del palo de la casa todos los años. Otra tía abuela me hizo una sobrecama con medias de nylon que trenzaba en una tabla con clavos, luego unía los cuadraditos con aguja e hilo, era preciosa.

No estamos en guerra en Costa Rica, pero si seguimos sin ponernos de acuerdo los ticos, podría haber violencia que nadie quiere por varias razones muy razonables: ya sabemos que regar sangre de compatriotas no arregla nada, es totalmente incivilizado, se iría todo el turismo, sería una "pelada" internacional y otro montón de razones lógicas y valiosas
Siempre se ha dicho y redicho de la virtud del ahorro de dinero, pero también ahorraríamos haciendo cosas inteligentes como por ejemplo, solucionar las presas y tapar los huecos de las calles y aceras, ¿cuánto se gasta de gasolina y desgaste de frenos, compensadores, accidentes, tiempo, angustia, rabia, impotencia, con estos flagelos cotidianos en nuestra maltrecha Capital, que debería dar el ejemplo al resto del país? Sumemos la plata que tiramos a la basura en forma de empaques y recipientes que se podrían reciclar y reutilizar, y lo que debemos pagar para que la recojan (cuando la recogen), suma mucho dinero tirado por ineficiencia. Si el señor alcalde de San José quiere ser presidente, su campaña política debería ser solucionar, junto con los Ministerios involucrados, este espantoso desperdicio de recursos, y plantear una vía para: arreglar calles y aceras, destruir las repugnantes presas y proponer una campaña de reciclaje inteligente, radical y de formación de una Etica del Ciudadano, para empezar a eliminar ciertas costumbritas como tirar basura a las alcantarillas y caños, y otras peores, comportamiento primitivo muy generalizado entre los ciudadanos. Hay muchas maneras de enfrentar estos retos, hay ejemplos muy buenos como el de Curitiva, Brasil, lo que hace falta es que nos pongamos serios: la higiene pública es buena porque nos da Calidad de Vida, las ratas, la basura y el desorden nos traen desgracia y enfermedad.

Para llenar un tanque de un carro de 25 galones con etanol se ocupa el maíz equivalente a lo que necesita una persona para alimentarse durante un año. ¡Esto es un desperdicio!, lo lógico es que todos comamos rico, sano y barato, delicias como por ejemplo picadillos de chayote con maíz dulce, de raíz de chayote, de papa con chorizo, de ayote, de ayotico, de yuca, de guineo y el famoso picadillo de matrimonio, que se hace con papaya verde y carne en Guanacaste donde me dieron la receta, esto sí es aprovechar los recursos. Tengamos claro que la dicha y la alegría de vivir no tienen mucho que ver con comprar y lucir chunches.