HOY COMPRENDO Y COMPADEZCO ( Por Isabel Ducca)
¡Cuánto anhelo un anestésico para este momento! Nunca creí que iba a comprender con tanta facilidad a quienes requieren anestésicos para vivir. ¡Cómo me gustaría salir de la realidad y no volver a ella, o por lo menos volver hasta mañana! Esta dura realidad que ya no aguanto.
Estos instantes son de agonía, algo que se pudre dentro de mi ánimo y es mi capacidad de resistir. Con este embate no puedo yo, creo que hasta aquí llegué. Todos tenemos un límite y éste es el mío.
Puedo luchar y volver a luchar. Vi a Centroamérica desangrarse y tuve que vivir y aprender a callarme a gritos mientras el cow boy ignorante y carnicero mandaba a asesinar niños, niñas, mujeres e inocentes. Pude soportar que una mano sangrienta destruyera el cometa de esperanza que el pueblo de Nicaragua alzaba al horizonte.
No sé cómo lo hice pero me refugié en no sé dónde y ahí construí mi propio cometa y en la soledad del silencio lo lanzaba al sol de vez en cuando.
Mas hoy ya no llego a la otra orilla. Me venció la corriente, la cabeza de agua que mandó el energúmeno me dejó sin aire. No sé cómo voy a vivir, si le roban este triunfo al pueblo costarricense. No sé cómo le daré la cara al hermano o a la hermana que de rodillas frente al amo se postró por miedo. Podré hacer un esfuerzo por callarme pero no me pidan que vea a quienes se adueñan de la voluntad de los seres humanos como iguales. Ellos y ellas son diferentes. Ellos y ellas no piensan ni sienten el corazón de los otros y otras. Ellos y ellas
tienen una máquina que hace tic-tac y solo sirve para contar las mezquindades y el daño que le hacen a los seres más débiles.
Cómo puede una quedarse impávida cuando una bota despiadada pisotea la mano de una niña. Hoy pido drogas porque estuve a punto de dejarme invadir por el espejismo del triunfo o de la derrota.
Ambos constituyen la unidad dialéctica de un juego del cual yo no formo parte. El juego del que gana o pierde. El juego del que sube o baja. El juego de quien se deja arrebatar lo más preciado. Estuve a punto de jugar al poder de ellos. Ellos no obtuvieron más que un triunfo aparente. Ellos obtuvieron un punto más en el engranaje de la codicia. Ellos alcanzaron la gloria de ganar sobre la base de la mentira, el despojo de los seres humanos y el fraude mediático.
Pero mi sensibilidad, tu sensibilidad, nuestra gran sensibilidad para llorar por lo más desposeídos, eso no pueden ganarlo porque nunca lo han tenido y esa es nuestra riqueza. Somos capaces de luchar por los otros y las otras. ¡Oh, qué gran tesoro! Todas las cajas
fuertes del mundo, todas las bolsas de valores, -miserable capitalismo-, no podrán nunca con la hermandad entre los seres humanos. Es decir, ya no requiero anestésicos. Hoy alzaré mi copa de vino pero no para escaparme de la realidad sino para brindar por este momento que me ha tocado vivir.
Mis lágrimas, si las hay, vertidas en el mar de la solidaridad, se fundirán con las otras y de ahí saldrán en forma de vapor para llenar mañana de colores el horizonte y pintar el arco iris de la esperanza, porque ése no pueden alcanzarlo ni los TLC ni los asesinos de los pueblos.
¿Se habrá perdido la esperanza?
Habrá quienes desean el día de hoy un análisis de lo acontecido. Eso vendrá con el tiempo.
Cuando el ánimo se haya sosegado, podremos sentarnos a racionalizar. Hoy es un día para las emociones. Hay quienes se sienten defraudados por los mismos compatriotas. Hay quienes se
preguntarán qué pasó. Otros y otras llevarán un duelo por unos números que deciden entre victoriosos y derrotados. Otros y otras expresan sorpresa, asombro e indignación.
¡Caperucita volvió a confiar en el lobo feroz! ¡El lobo feroz se disfrazó esta vez tan bien
que se tragó a la mamá, al papá y al leñador y Caperucita quedó absolutamente desvalida! ¿Habrá quedado realmente desvalida? ¿Hacia dónde volverá a ver ahora Caperucita?
No tengo para compartir más que unas anécdotas. Habrá quienes las recojan y las lleven a su propio saco de anécdotas. Habrá quienes despectivamente las desechen porque no son más que eso: “anécdotas”. Otros y otras comprenderán que detrás de cada anécdota siempre hay un corazón latiendo. Entonces, lo escucharán y comprobarán ese sonido maravilloso que nos da seguridad, paz y armonía cuando ponemos nuestro oído en el pecho de un ser amado y nos entra ese sosiego de saber que la soledad sólo existe si yo no me veo en y con los y las otras.
En la Joya de Desamparados, formaron un Comité Patriótico. No tienen dinero, es una comunidad absolutamente pobre. Campesinos y campesinas que resisten el embate del neoliberalismo desde hace veinte años. Quien no tiene vehículo de doble tracción, debe caminar cuarenta y cinco minutos para tomar un autobús, evidentemente hay muy pocos. Hay personas que trabajan en San José, viajan todos los días, cumplen funciones como guardas, dependientes, empleadas domésticas. Iban a recoger dinero entre todos para comprar dos
camisetas para los guías del NO. Aquí recogimos y mandamos nueve. Logramos reunir treinta mil colones para que un carro trabajara todo el día por el NO. Quien entregó las credenciales el sábado en la noche, no pudo llegar hasta la comunidad porque se quedó atascado en un camino lodoso. La gente tuvo que correr para obtener las credenciales. Esa persona les entregó dos camisetas más y cinco mil colones para ayudar en el almuerzo.
A los del SÍ les costó encontrar quien les hiciera el transporte. Ofrecieron cuarenta y cinco mil por carro. Al fin lograron contratar a dos. El día de la votación tuvieron, frente al rechazo de la comunidad, que confesar que iban con el NO, pero les urgía la plata.
Uno de los carros del SÍ abandonó la trinchera a las 9.30 am. A los guías del SÍ les llevaron de desayuno un jugo con una galleta club. De almuerzo, un arroz revuelto con algo y un pedazo de limón agrio. Ración limitada y algunos se quedaron sin comer.
Los del NO, entre apuros y solidaridad, dieron de desayuno gallo pinto con huevos, café o aguadulce. Los niños y niñas del SÍ cuando vieron el desayuno, empezaron a desear y los del NO los convidaron con un poquito. Esos guías pidieron una camiseta del NO y uno dijo:
“En el próximo referendo, yo trabajo con el NO.” Al almuerzo convidaron a los del SÍ que no tenían almuerzo. Con los cinco mil colones, habían logrado mejorar el almuerzo y compraron más atún.
Por último, con los treinta mil colones de gasolina, cuando terminó la votación, el carro del NO, rejuntó a sus guías y los llevó a dar un vueltín. Los niños y niñas iban felices porque los llevaban a pasear.
Los niños y niñas del SÍ los veían irse con envidia pero no cabían en el auto, sino los hubieran llevado también.
La persona que me contó todo eso, me decía: “No entiendo cómo hay gente que quiere destruir esto que tenemos tan bonito. Viera cómo nos reímos de los SÍ y, al final, ellos también se reían.”
Por el amor al prójimo, por la solidaridad o por la justicia social, no podemos permitir que nos roben la esperanza.
1 koment:
Doña Isabel Ducca expresó con sus claras palabras lo que muchos sentimos, un dolor profundo, como que te arrancan el alma, donde la persona se convierte en mercancía y el amor para algunos solo se mide por números.
Pero a la vez alegría porque muchos, muchos, creemos en la solidaridad y sabemos que este pueblo todavía puede levantarse y ver a los otros como hermanos.
Por eso Dios todavía nos ve con ojos de misericordia y esperamos que así nos siga viendo.
Lloro, lloro porque una parte de mi esperanza murió, pero mañana limpiaré mis mejillas y volveré a levantarme para caminar de nuevo por mi Patria.
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