LES INFORMO QUE ESTO NO ES UNA PROTESTA....por Paquita Cruz
para Radio Internacional Feminista
Salgo de mi casa. La emoción siempre me acompaña, aunque hayan sido cien o mil veces ya, desde que empezaron a tomarse el país, nuestros recursos, nuestros cuerpos. Nunca dejará de emocionarme ver a este pueblo salir con el corazón abierto a decir basta!
Las busco en el Parque Nacional… veo pasar una camisa roja, de las que ellos usan, bien aplanchada, bien impresa. Ahí están, esos son… No les tememos porque llevamos la razón y la pasión.
Busco el blanco, el que nos mueve a la mayoría, porque llevamos la paz y la luz que solo da el saber que se va por buen camino. Las veo. Sonrientes, en círculo, cerca del Monumento Nacional, unas cuantas Mujeres de Blanco conversan, valientes y dichosas de su plan fraguado en la certidumbre de que todo se puede, cuando se tiene amor por lo que se es. La emoción que me acompaña en cada manifestación llena mi pecho.
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Con el plan listo, nos acercamos a la gente que empezaba a decir presente frente al Tribunal Electoral, adónde nos manifestábamos para pedir cosas muy simples y fáciles de cumplir, si la jerarquía de los tribunales tuviera la voluntad y la responsabilidad. Los de rojo ya tenían su fría manta con el corazón usurpado, colocada en el pavimento. Lucían arrogantes, diez o doce jóvenes a las órdenes del conocido hacker de la derecha, que peina canas e interviene correos.
No dejaba de hacer llamadas desde su celular. Todos con la sonrisa congelada, como aparentando fuerza; nos miraban poniendo cara de burla…. Pero qué va, se les notaba el miedo y… hasta quizás, la vergüenza de usurpar nuestro logo de corazón y nuestro lugar de manifestación. No hubo quién no se preguntara cuánto les darían por estar ahí, fingiendo fuerza, tratando de atemorizarnos, sin lograrlo.
La cosa es que aquello se llenó de gente con los corazones palpitantes, mucha vestida de blanco. Aquella pequeña mancha roja se empezó a ver cada vez más pequeña, la sonrisa cada vez más congelada, hasta que terminaron por caer en el olvido.
Hubo discursos, muy bellos y emotivos. Flora me avisó, justo cuando empezaba a hablar Montse, la feminista que con compromiso y dignidad cumple el mandato que le otorga la Constitución Política al Consejo Universitario, apoyada por un numeroso grupo de personas de la academia igualmente dignas.
Recogí mis cosas y entré sin problema. Seguí al pie de la letra la rutina fijada. Cuando bajé del ascensor, ahí me esperaban otras cuatro Mujeres de Blanco. Cada vez que se abría el ascensor, aparecía otra y otra, hasta que fuimos dieciséis. Al llegar la última, subimos rápido la escalera hasta el sexto piso, nos encadenamos y nos sentamos en el piso. Primero sorpresa, intercambio de miradas, luego la reacción: “Por favor, Señoras, que aquí no pueden estar”. “Que obstruyen el paso”. “Están violentando las reglas de seguridad”. Llamadas telefónicas, aparecen más miembros de seguridad.
Una Mujer de Blanco saca un celular para tomar fotos de las encadenadas, con las bocas vendadas. “No se pueden tomar fotos aquí!” Nuestra abogada espontánea dice: “Quiero ver esa regla en blanco y negro”. Hay confusión de guardias de seguridad, que es aprovechada para tomar fotos y más fotos. Aparecen dos personas de seguridad que nos fotografían y filman, intentando amedrentarnos. Nadie ni nada nos mueve hasta que veamos a los magistrados.
“Hoy ellos cumplen labores inquebrantables, sesionan todo el martes”. “No están, salieron.” Confusión de parte de ellos otra vez. Nosotras confiamos en nosotras mismas, sentadas inamovibles. Firmes. “Solo nos moveremos hasta que los magistrados nos escuchen”. “Para hacerse escuchar, hay procedimientos que seguir”. “Se han seguido y no han escuchado”.
Estamos ahí un rato, no sé qué tan largo, pues el tiempo no importa y estamos contentas. Abajo se oyen discursos y sabemos que están con nosotras. Me logro asomar a una ventana y veo a los de rojo caminar lentamente… se alejan de la manifestación. No sé porqué, pero pienso en mi perrilla cuando se deprime. Talvez llevaban la cola entre las piernas…
Sigue la espera, sigue nuestra firmeza, hasta que aparece un miembro de la seguridad que cumple su función de contar, definir cuántas van, pedir cédulas… nada nos molesta, pues quien nada debe nada teme. Exigimos entrar trece, ni una más ni una menos. Y trece entramos, para que no queden dudas de que confiamos en nuestra suerte.
En la puerta una magistrada y dos magistrados. No saben cómo comportarse. Nosotras pasamos y nos sentamos alrededor de la gran mesa. El presidente del tribunal viene a sentarse, pero no sabe cómo; se devuelve, diciendo que va a traer más sillas. Va y viene, jala y corre sillones, oficioso, sin saber qué decir. Hasta que regresa, acompañado de la magistrada y del magistrado nuevo.
Sin que ellos digan palabra, Flora habla, segura y seria. “Les informo que esto no es una protesta. Esto es una toma: este Tribunal ha sido tomado por las Mujeres de Blanco”.
Alcanzo a ver un esbozo de sonrisa que tiembla en las comisuras de un juez que pretende aparentar ser juicioso. Se encienden velas, Flora toma una y se la lleva al juez recién llegado “para que haya luz en usted que apenas se inicia”. Le coloca la vela en la mano y él, tímido y trémulo, la sostiene hasta el final, inmóvil, como temiendo perder esa luz con que el pueblo le pide ejercer.
Anacristina se disculpa por hablar con la boca vendada, pero así se siente con las resoluciones de los más altos tribunales del país. Les recuerda la gesta de aquellas mujeres que protestaron el 2 de agosto de 1947 para lograr transparencia en las elecciones, a quienes ni siquiera los balazos con que fueron recibidas pudieron detener. Nosotras, al igual que ellas, no nos detendremos hasta lograr que esta consulta sea limpia y transparente.
Una a una, cada Mujer de Blanco va expresando su sentir. Las palabras transparencia, democracia, igualdad, acceso a los medios, responsabilidad, respeto, independencia de los poderes, autonomía universitaria, se hacen presentes en esa mesa. Ya para terminar, otra compañera lee nuestras demandas, que no son tan diferentes de las que vienen haciendo la gran diversidad de grupos que participamos en el NO, desde que se anunció el referendo.
Al fondo, el gran ventanal. Las montañas azules, imponentes, bellas y serenas, son testigas de esta toma que no exige nada imposible de cumplir: transparencia y claridad, en momentos en que Costa Rica se ve amenazada, polarizada por una propuesta inaceptable, a la que las personas concientes decimos NO!
Terminada la toma, el grupo de mujeres sale, dejando sobre la
mesa unas cadenas rotas para que sepan que romperemos todas las ataduras que sea necesario. La prensa independiente nos espera para conocer lo sucedido adentro, mientras la prensa comercial se mantiene encadenada y amordazada por los intereses económicos que se mueven sigilosos, no sabemos en busca de qué.
Bajamos por las escaleras, cantando. En el largo trayecto de seis pisos, cada persona que topamos nos sonríe…. Las hijas del pueblo, levanten la frente retumba en el cajón de la escalera y en los salones del edificio, que permaneció cerrado porque unas mujeres comprometidas se hicieron escuchar.
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