28.6.07

Discurso en el Lanzamiento de la Campaña del No al TLC, por Sonia Marta Mora




“…qué estéril y qué triste -dice García Monge ante el Monumento Nacional- es la vida de los pueblos …que ignoran lo que valieron sus precursores…”

Por eso estamos hoy acá, rico corazón multicolor que late con un renovado entusiasmo: para defender el ideal de la patria, para luchar con firmeza y convicción por el legado de nuestros precursores. Es esa Costa Rica solidaria y digna, incansable defensora de la justicia, la que hoy se levanta para decirle NO a quienes pretenden ignorar lo que valieron nuestros precursores, para decirle un rotundo NO a los que se creen con derecho de disponer de una herencia valiosa que nos pertenece a todas las mujeres y los hombres de este país, los de hoy y de mañana.

Por ello la hora que vivimos es decisiva. Múltiples hechos inéditos suceden a nuestro alrededor y encienden la llama del entusiasmo y la esperanza. La lucha para derrotar un TLC injusto para nuestra patria nos ha convocado a todos bajo una misma bandera. Dispersos antes, fragmentados y quizás hasta solitarios mientras veíamos resquebrajarse el modelo de país que nos legaron los abuelos y abuelas venerables, respondemos hoy como un solo corazón al llamado urgente de nuestra pequeña patria.

De reflexión y estudio han sido, para mucho compatriotas, estos últimos meses en relación con el Tratado de libre comercio entre Centroamérica y Estados Unidos. Analistas, investigadores, profesionales, representantes del movimiento social y de la vida política han recorrido el texto del Tratado para hurgar no ya en las intenciones declaradas o en las promesas reiteradas sino en los resultados concretos y verificables. Cruel desilusión ante los resultados y coincidente balance de analistas provenientes de diversos contextos ideológicos, laborales y disciplinarios.

Más que una herramienta para combatir la desigualdad y luchar por el desarrollo armónico de nuestros pueblos este Tratado, tal y como fue negociado, compromete nuestro estilo de desarrollo, impacta negativamente nuestro modelo solidario en salud y amenaza a nuestras instituciones, ese legado crucial que explica en buena parte la originalidad de nuestra historia.

Los medicamentos y las telecomunicaciones –para citar solo un ejemplo demasiado elocuente- ligados indisolublemente en el imaginario costarricense a los conceptos de servicio y derechos de los habitantes, en este tratado se afirman fundamentalmente como mercancías. Mientras en el Tratado se consolidan importantes beneficios para las grandes empresas transnacionales, se acentúan las obligaciones y las limitaciones para los Estados, así como las restricciones para que los gobiernos impulsen políticas orientadas a la equidad y al desarrollo de sus pueblos.

Atrás quedaron las esperanzas de un trato justo para nuestros agricultores, del respeto a nuestras particularidades sociales y culturales y a nuestra biodiversidad, de defensa de nuestras conquistas históricas, plasmadas en la Constitución Política, en fin, de la creación de las condiciones para que una herramienta comercial pueda convertirse en un instrumento de lucha contra la pobreza y la exclusión.

Los riesgos eran conocidos. Con claridad había advertido el PNUD en su Informe sobre desarrollo Humano 2005 que…. “Los costos y beneficios del comercio no se han distribuido de manera uniforme entre y al interior de los países, de modo que se ha perpetuado un patrón de globalización sustentado en la prosperidad de unos pocos en medio de la pobreza masiva y la profundización de las desigualdades.” Ibid. pág. 127

Y más adelante agrega: …”Los obstáculos que impiden el comercio internacional permanecen intactos, los subsidios agrícolas aumentaron y los países ricos se dedican activamente a conseguir la aplicación de normas para las inversiones, los servicios y la propiedad intelectual que amenazan con profundizar aún más las desigualdades en el mundo.” (pág. 128)

El TLC, tal y como fue negociado, representa ni más ni menos la reedición de estas condiciones para los pequeños países de Centroamérica.

Es esto lo que explica las evasivas de quienes apoyan el tratado a la hora de discutirlo, por el fondo, en sus aspectos puntuales. Insisten más bien sus defensores en invocar principios generales del comercio que, por lo demás, desconocen aspectos centrales del panorama mundial al que alude el Informe del PNUD recién citado. Principios generales o intenciones declaradas que evaden igualmente el análisis del impacto de tratados similares en otros países, fundamentalmente en sus poblaciones más vulnerables.

Los defensores del Tratado se afanan en señalar, igualmente, las oportunidades que abre, pero rehúsan explicar para quiénes. Se autoerigen como la fuerza del cambio, pero evitan reflexionar acerca del puerto al cual conduce y acerca de quiénes serán los excluidos del viaje. Insisten en la inserción en el mundo, -aspiración vigente ya y que compartimos- pero no explican cuál será el destino, en el itinerario concreto que dibuja este TLC, para las grandes mayorías. Enfatizan algunos en la necesidad de discutir invocando la ciencia, pero evaden debates que vayan más allá de una publicidad programada o un artículo preconstruido.

Con razón expresaba el Cardenal Oscar Andrés Rodríguez sus dudas en relación con estos instrumentos, cuando, señalaba, estos “persiguen intereses egoístas”,(prensa.com 23 enero 2006, www.cardinal/rating.com) e insistía en que “La seguridad social, y especialmente los modelos de bienestar social …están puesto a discusión por una economía globalizante” (Terra/Efe 21 julio 2005, www.cardinal rating.com). Por ello, agregaba el Cardenal, los TLC no solo deben ser analizados con criterios económicos,… “…también hay que ver el aspecto humano para que haya equidad” y cumplan realmente con los objetivos por los cuales se suscriben. (prensa.com 23 enero 2006) Es ese mismo llamado humanista el que inspiró a Monseñor Sanabria cuando en su mensaje al clero en 1945 insistía en la necesidad de estar siempre al lado de la justicia.

Los que estamos con el NO no representamos, como quieren algunos, la parálisis o el estancamiento. Representamos más bien este avance irreversible hacia una sociedad costarricense más solidaria, el despertar de una nueva conciencia acerca del futuro de la patria y la exigencia de una práctica política con renovados baluartes éticos, como lo reclaman nuestros jóvenes. El anquilosamiento en esquemas ya probados, con resultados dolorosos para pueblos hermanos, hoy lo representan más bien quienes insisten en un camino que traerá incertidumbre para las grandes mayorías. El movimiento que dice NO A ESTE TLC y SÍ A LA PATRIA representa el rescate de la institucionalidad: la defensa de estados eficientes y soberanos, con potestades para actuar en legítima defensa de sus pueblos; la defensa de instituciones redistribuidoras de riqueza como el ICE o la CCSS; en fin, la defensa de nuestras leyes y de la Constitución Política, que recoge los logros de una historia de luchas y desvelos de nuestro pueblo.

Y si decisivo es el momento, ingente es nuestro compromiso. El deber cívico nos convoca y no podemos defraudar a la Patria. Para que ella, y no los intereses de unos pocos, triunfe en el Referéndum, el trabajo, la organización, la convicción y la disciplina deben ser incansables.

¡Que nada conspire contra la unidad de este movimiento rico y diverso!! ¡Que sepamos, con nuestra acción y nuestra palabra, incluir a todos y todas los que esperan este llamado!

¡Qué ningún objetivo nos distraiga en esta lucha conjunta por la justicia! ¡Que no dudemos en hacer los sacrificios necesarios para que en los rincones de la patria todos nuestros compatriotas, sin excepciones, tengan acceso a la verdad sobre este TLC y su impacto para las grandes mayorías!

¡Esto depende en esta hora de todos nosotros, no podemos olvidarlo!

La lucha es muy dura e inequitativa. Pero la verdad, la justicia y la solidaridad tienen una fuerza arrolladora. Por eso, a trabajar con entrega, alegría y esperanza para derrotar este TLC y dar pasos irreversibles en la búsqueda de una Costa Rica generosa para todas y todos.

Digámosle, unidos, Sí a la Patria y No al TLC!!


Auditorio de la Conferencia Episcopal, San José, 23 de junio 2007

Nuk ka komente: