2.11.07

Mi corazón aún late, por Diana Marcela Vindas





Dicen que hay que saber perder, y es cierto.

Es de sabios aceptar una derrota y respetar que, aunque haya sido por una ínfima mayoría, no se logró ganar. Sin embargo, cuando ese triunfo se da en desigualdad de condiciones entre los contrincantes, el resultado jamás va a ser justo y es por eso que no puedo concebir ni aceptar una derrota.

No la concibo porque fue demasiado el trabajo y el esfuerzo humano que se realizó. Las personas que creemos firmemente en el No, lo hacemos por convicción, porque creemos en un ideal, no por el deseo de intereses mezquinos de poder y riqueza. Sin tener los medios económicos, se consiguió movilizar a una masa de costarricenses conscientes de lo perjudicial de este tratado.

Y no la acepto, porque después de esa campaña millonaria, de la actitud completamente parcializada de los medios de comunicación, de las amenazas de pérdida de empleo de las grandes empresas privadas, y de esa retórica sucia y desesperada -boicoteando las reglas-, de la que se valieron los partidiarios del si tres días antes del referéndum, pues era evidente que de esa manera si iban a conseguir un resultado a su favor.

Ahora ya la decisión está tomada. Una decisión fraudulenta e impuesta por el dinero. Ya se cumplió el sueño de los ricos y poderosos de vender este país al mejor postor. Solo el tiempo nos dirá que tan cierto era lo que apuntaban en su campaña del miedo, sin embargo, basta con analizar la experiencia de los países vecinos para comprender que es improbable. Fue solo una artimaña para comprar votos, lástima los que se dejaron seducir por este juego. Costa Rica está de luto. La tierra que con gran esfuerzo y tenacidad defendieron nuestros antepasados ante los filibusteros, ha sido vendida por la avaricia de unos pocos a una potencia mundial, que ahora ha ganado una mercancía muy apetitosa para engrosar más aún su poderío. Nos vendimos a un país imperialista que lanza bombas sobre pueblos indefensos, que invade territorios, que mantiene una prisión en Guantánamo donde se violan todos los derechos humanos de personas cuyo único delito es tener una ideología diferente, Un país cuyo presidente desprecia a los latinos e inventa leyes y muros para alejarlos, un país manipulador sediento de poder y ambición que ya nos logró comprar.

Si, compró nuestra tierra, más no el corazón de miles y miles de costarricenses que dijimos no y no. Mas nunca nuestra dignidad que mantendremos siempre por encima de todo. Así que nunca podremos ser un solo corazón, siempre estaremos divididos.

Yo desearía de corazón que este TLC fuera bueno y que todo lo que han ofrecido se cumpla, yo también quiero lo mejor, pero por ahora solo el tiempo dará la razón a uno de los bandos. Y cuando ese día llegue, cuando los ricos sean más ricos, cuando nuestro país haya sido saqueado, nuestras riquezas naturales acabadas, las instituciones públicas privatizadas y las tarifas de los servicios básicos por los cielos, nuestros agricultores sin poder sembrar y muchísima gente sin empleo, entonces sabremos quién tenia la razón y quien mentía, yo creo que muy en el fondo todos lo sabemos, o es que acaso ha sucedido un milagro divino para que los ricos promovieran tanto, algo que sea beneficioso para los pobres? Costa Rica está de luto y lo sabe, será por eso que después del 8 de octubre casi no ha vuelto a salir el sol?

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